viernes, 15 de enero de 2016

DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA: ENSEÑANZA PÚBLICA Y CONCERTADA

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Los que me conocen personalmente ya lo saben. Para aquellos que no, quiero dejar las cosas claras desde el comienzo. Trabajo en una escuela concertada, además, en la misma en la que estudié la EGB. Por tanto, no soy totalmente objetivo, aunque voy a intentar ser lo más ecuánime posible.

Esta pasada semana asistí a una conferencia acerca de márketing en el sector educativo (conferencia muy interesante, por cierto). Uno de los argumentos que expuso el ponente me reafirmó en algo que yo ya tenía en la cabeza desde hace cierto tiempo. La crisis económica que estamos sufriendo ha traído como consecuencia, entre otras muchas, una mayor movilidad del alumnado de unos centros a otros en mitad de su escolaridad. Hace unos años era prácticamente impensable que un alumno cambiara de colegio, salvo cuando terminaba de etapa y pasaba al instituto. Ahora, sin embargo, por diferentes razones, las familias tienen pocos problemas en sacar a sus hijos de la escuela a la que han asistido desde pequeños para llevárselos al centro de al lado. Y como consecuencia de ello, se está demostrando que no hay apenas diferencias entre unas escuelas concertadas y otras, pero es que tampoco hay grandes disparidades entre colegios públicos y concertados. No voy a meterme en el tema de la escuela privada, porque desconozco cuál es su situación. En Alcoy, donde yo vivo y trabajo, no hay escuelas completamente privadas.

Tengo amigos que trabajan en la enseñanza pública, y son excelentes profesionales, entregados, dedicados y muy implicados en su profesión. También conozco a otros que, por desgracia para sus alumnos, no lo son tanto. Y lo mismo sucede en algunos centros concertados, tanto en un sentido como en el otro. Gracias a Internet (sobre todo, a Twitter) estoy en contacto con otros profesionales del sector, y veo proyectos maravillosos, ideas innovadoras que suponen mucho esfuerzo y tiempo. Hablo tanto de trabajadores de la pública como de la concertada. Entonces, ¿a qué se debe este clima de confrontación que se vive actualmente?

Vivo con tristeza el enfrentamiento, cada vez más encarnizado, que se da en la sociedad en general, y en el sector educativo en particular, entre la enseñanza pública y concertada. Repito, no soy objetivo, pero... ¿no es posible que ambas opciones convivan pacíficamente, de tal manera que se complementen entre sí? El artículo 27 de la Constitución española es claro, y deja patente que así debería ser. Por supuesto, habrá quien argumente que la constitución debe reformarse porque ha quedado obsoleta. No digo yo que no sea así. Pero ahora mismo, hoy en día, es lo que tenemos en vigor y, por tanto, pienso que debe cumplirse. 

Pero voy más allá de la ley. Creo que la causa primigenia de todo esto la encontramos en la fatídica crisis económica. Uno de los daños colaterales que ha causado la misma es el descenso abrupto en la tasa de natalidad, y ello provoca que la necesidad de matricular alumnos haya desencadenado en una guerra, en ocasiones, sucia. Me da mucha rabia ver cómo este enfrentamiento viene promovido, casi totalmente, por políticos que hace años no pisan un aula, que, desde luego, cuando lo han hecho no ha sido como profesionales del sector docente. La ideología política no les permite adoptar una postura que beneficie a unos y otros por igual. A ello le sumamos el papel de los sindicatos, que no son más que políticos camuflados. Estos son quien más gasolina están echando al fuego del enfrentamiento entre ambos sectores. Y ya tenemos el "incendio" con el que nos toca vivir en la actualidad.
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Si lo anterior me da rabia, en cambio me produce auténtica pena ver cómo el clima se enrarece todavía más cuando maestros de uno y otro sector se creen "a pies juntillas" todas las mentiras que nos cuentan los políticos y sus medios informativos afines. Y me causa gran pesar ver esas pancartas y carteles que se fueron tan comunes en la pasada legislatura con el eslogan de "Educación Pública de Calidad". Creo que suponen una oportunidad perdida. ¿Por qué no le quitamos, de una vez por todas, el "apellido" a la educación? ¿Por qué no vamos, todos juntos, a luchar simplemente por una "Educación de Calidad"? A fin de cuentas, los vaivenes legislativos los estamos sufriendo todos. La falta de consenso y de un gran pacto social por la educación nos afecta a todos por igual. Unámonos. Defendamos la mejora de la educación en España a todos los niveles. 

A no ser, claro está, que nos creamos las mentiras con las que nos han bombardeado los políticos, con la perversa intención de enfrentarnos, cosa que han conseguido (a la vista está). Me refiero, en primer lugar, al tema de los recortes. Evidentemente, ha habido recortes. Y muy duros. Pero se ha querido vender que el dinero que se recortaba a la enseñanza pública era para darlo a la enseñanza concertada. Mentira flagrante. Las escuelas concertadas también han visto reducidos muy significativamente sus conciertos, aparte de sufrir numerosos retrasos en los pagos que provocaba serios problemas de funcionamiento. Tanto la enseñanza pública como la concertada hemos sufrido aumentos de ratio en nuestras aulas. Los trabajadores de ambos sectores vimos cómo se nos suprimía la paga extra de Navidad en el 2012. También cómo la aplicación de una ley de medidas urgentes nos privaba de sustituciones de personal laboral desde el primer día (aunque es cierto que, en ese sentido, los públicos han sufrido mucho más). Y así, un largo etcétera que afecta de igual modo a ambos.

Otro argumento que se esgrime mucho es el de la segregación o selección de alumnos. No quiero ser ingenuo y aseverar que no sucede en ningún colegio concertado de nuestro país. Hablo desde mi experiencia propio y desde lo que yo conozco. Tenemos los mismos criterios de admisión de alumnos y baremación que cualquier otro centro de la ciudad. En ningún caso se mira el pasaporte, ni la raza, ni el sexo, ni la religión para decidir sobre la admisión. ¿Puede que haya centros que tengan alguna forma de seleccionar? Es posible. Lo desconozco. Si fuera así, creo que el estado debería intervenir de alguna forma en esos casos concretos. Pero no por ello generalizar y sancionar a toda la enseñanza concertada.

En definitiva. Creo que estamos en un momento en el que es necesario sumar esfuerzos, en lugar de restar participación, para mejorar nuestro sistema educativo; es conveniente multiplicar la participación, en vez de dividir a los profesionales del sector en bandos; es tiempo de aunar, de unirnos, de trabajar todos juntos... y poner en marcha una auténtica revolución educativa en España. Sueño con que en un tiempo no muy lejano alguien promueva la creación de una plataforma de docentes que incorpore a profesionales de todos los sectores, de todas las etapas educativas. Y que esa plataforma sea el motor que impulse una renovación, que facilite el consenso y el pacto social por la educación. ¿Es un sueño imposible? ¿Persigo una utopía? Ojalá este artículo, escrito desde la humildad propia de un maestro de primaria, sirva para que otros docentes se suban a este carro.


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PD: Al final, esta reflexión me ha ocupado más de lo que tenía previsto. Y, a pesar de la extensión del artículo, y de haberlo revisado y corregido varias veces, no tengo claro si mis palabras son capaces de recoger mi intención. Por si acaso alguien no lo ha entendido así, ésta no es otra que promover la convivencia y colaboración entre la escuela  pública y la concertada, limando asperezas y relajando tensiones. 

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